Decir que eres el mejor maestro del mundo puede llegar a sonar egocéntrico. Sin embargo, el autor no ve esta frase de esa manera. Para él, creer que eres el mejor del mundo es la fuerza para poder dar lo mejor de él hacía sus alumnos y es algo que le ha funcionado. Y si lo pensamos bien ¿Por qué no sería un buen método? Si creemos que somos lo mejor en algo, vamos a estar dispuestos a dar todo lo que podamos para lograr serlo.
Dentro del aula, él se refiere a que ser el mejor maestro le ha traído creatividad para no hacer una clase cualquiera, no hacer una clase tradicional ni tampoco rutinaria. Como docente, se debe de poner en la mente del adolescente, aprender como son, que les gusta y que les interesa. Para que de igual manera, a ellos les interese aprender y lo hagan con gusto. Si se cree que eres el mejor docente, que eres capaz de hacerlo y que tienes las herramientas para lograrlo, lo más probable es que sea verdad y que ese sentimiento también lo transfieras hacía tus alumnos.
Sobre todo lo más común es que la clase de matemáticas sea la más aburrida. ¿Por qué nos dice el autor que sucede? Principalmente por la falta de vocación que existe dentro de los docentes para saber enseñar. De igual manera, puede ser por factores económicos, como por ejemplo que el sueldo no es lo suficientemente bueno o llamativo para querer hacerlo. Otro factor que se presenta frecuentemente es que el docente crea que solo puede enseñar de una sola manera y que todas las demás maneras de enseñar son incorrectas.
Otro punto importante sobre una clase aburrida, es que la clase y en general la escuela se vuelve rutinaria, ya sabe que va a pasar y no existe alguna motivación extra que le genere querer estudiar y aprender. Se debe generar interés en el alumno de querer seguir aprendiendo y de que no tomen la escuela solamente como obligación, porque el aprendizaje será menos significativo.
El autor nos habla acerca de 4 reglas que todo docente debe seguir en el aula. Primeramente, el respeto. La imaginación, fomentar la imaginación para que el alumno se interese en la clase. Escuchar. Cada alumno es una persona distinta, con pensamientos distintos que siempre se puede parar para aprender de cada uno de ellos. Y por último, reír. Si se logra que el alumno se ría es probable que no quiera que esa clase termine, pues la risa genera un ambiente más ameno.
Si como docente logras fomentar estas cuatro reglas dentro del aula, lo más probable es que generes un aprendizaje significativo dentro de los alumnos, que se acuerden de lo que están aprendiendo porque lo están haciendo de una manera atractiva para ellos. Pero sobre todo y además de ello, seguramente se va a generar esa motivación para que los alumnos quieran seguir aprendiendo, que quieran asistir a la clase y no solo estén viendo el reloj para que la clase termine.